Tribuna
por Raúl Navarrete
Miércoles 22 de octubre de 2014
Los cortafuegos producen una grave erosión y no son eficaces ante grandes fuegos. A veces incluso conllevan daños a valiosos bosques, como un reciente caso junto al Parque Nacional de Ordesa (Huesca). Todo lo contrario que una adecuada gestión forestal con criterios de sostenibilidad tanto ambiental como social.
Hay que decirlo con claridad: muchos bosques españoles sufren actualmente un grave riesgo de desertificación como consecuencia de ciertas actuaciones de selvicultura preventiva. Ejemplos de ello son las talas y los desbroces realizados para abrir cortafuegos, de gran impacto ambiental pero dudosa efectividad, o la construcción excesivas de pistas forestales asociadas que originan tremendos desmontes.
La situación descrita es especialmente grave en las fechas previas a la temporada de riesgo de incendios forestales, cuando se ejecutan estas obras apresuradamente, en ocasiones sin unos estudios técnicos ni de impacto ambiental adecuados.
Las fajas cortafuegos son líneas de 15 a 25 metros de anchura, desprovistas de vegetación hasta el suelo mineral, que en ocasiones llevan asociadas a ambos lados fajas auxiliares laterales, hasta llegar a los 100 metros de anchura en total. A menudo se sitúan en pendientes elevadas, exponiendo amplias franjas de terreno a merced de la erosión en cuanto las raíces de la vegetación arrancada dejan de sujetar el suelo.
Son ya muchos los técnicos y especialistas que dudan de la eficacia del cortafuegos, sobre todo a la hora de frenar el avance de los denominados grandes incendios forestales…