Opinión

Algo más que sumidero de carbono

TRIBUNA

Por Miguel Ángel Soto y Francisco J. Cabezos

Miércoles 22 de octubre de 2014
Los últimos datos sobre el aumento de la superficie forestal española están sirviendo para enfatizar el papel de ésta como sumidero de carbono y reclamar su incorporación al futuro acuerdo internacional sobre cambio climático. Sin embargo, esta funcionalidad es relativa y, además, quedará hipotecada si nuestros montes se siguen gestionando poco y mal.

Durante el V Congreso Forestal Español, celebrado del 21 al 25 del pasado septiembre en Ávila, la Sociedad Española de Ciencias Forestales presentó el avance de un informe sobre la situación de los bosques españoles. Sus conclusiones ponen en evidencia la distancia que separa aún la percepción ecologista y científica, por una parte, y el optimismo del sector forestal, cocinado a partir de las grandes cifras extraídas de las estadísticas, por otro.

España, se dice en el informe, es el segundo país de la Unión Europea con mayor superficie forestal, sólo por detrás de Suecia. Sería además el que ha tenido un mayor aumento, ya que entre 1990 y 2005 se crearon 4’4 millones de hectáreas forestales, lo que supone más del 40% del incremento total europeo. Nuestro país se convierte así en el segundo del mundo donde más bosques se crean, superado únicamente por China.

El informe también subraya que la política de repoblaciones aplicada desde 1940 preveía llegar a contar con más de 11 millones de hectáreas de bosques en un siglo, para revelar que "sólo en 70 años se ha llegado a los 18’3 millones de hectáreas arboladas".

Con este tipo de análisis, además de sacar pecho para anunciar a bombo y platillo que los bosques españoles fijan carbono, mucho carbono, se ha perdido otra oportunidad de acercar posturas y de reconocer al mismo tiempo los éxitos y fracasos de la política forestal de las últimas décadas del siglo XX.