Habita en torno a las lagunas esteparias del sur de Europa, Asia central y el norte de África
Texto: Pedro J. Cordero y Vicenta Llorente. Fotos: Pedro J. Cordero.
Miércoles 22 de octubre de 2014
Olvidado y prácticamente desaparecido desde 1936, el grillo cascabel de plata ha sido hallado de nuevo en el año 2007 por los autores de este artículo. Se trata de una especie singular, en peligro de extinción, que habita en el ralo matorral que circunda las lagunas hipersalinas manchegas. Espacios, por cierto, muy sensibles y necesitados de protección.
Una de las puestas de sol más impresionantes que depara la naturaleza española es la que puede contemplarse desde la laguna salada de Peñahueca, reserva natural de Castilla-La Mancha cercana al pueblo de Villacañas, en la provincia de Toledo. La abundancia de sales disueltas en el agua refleja los últimos rayos solares matizando su luz y cambiando los colores de forma caprichosa sobre el fondo amplio y profundo de los cielos castellano-manchegos. Pero el sentido de la vista no debería serlo todo en estos anocheceres de abril o mayo en Peñahueca. El ambiente transmite una extraña tranquilidad, inusual, diríase que sobrecogedora, sólo rota por el graznido lejano y puntual de alguna pagaza piconegra. Es como estar en un país lejano, en un desierto profundo del sur de Rusia, Asia central o el norte de África.
El aire aún es frío en las noches primaverales, pero ya no corta la respiración como en lo más crudo del invierno. Según las condiciones meteorológicas, el juego de luces del atardecer se acompaña de un nuevo y extraordinario fenómeno sonoro que irrumpe en el paisaje de nuestra pequeña reserva natural. Un canto se inicia en la lejanía, tan leve que al principio no llama la atención a nadie. De lejos podría recordar vagamente al del alacrán cebollero (Gryllotalpa gryllotalpa), una especie muy abundante en nuestro país. Discreto durante las últimas luces del día, el canto se extiende con la oscuridad y la entrada de la noche, hasta hacerse próximo y ubicuo. Al final, puede oírse por buena parte de las orillas húmedas de la laguna. Si tenemos la paciencia suficiente y permanecemos quietos y en silencio, la experiencia vale la pena. Allí donde los terrones de sal se intercalan con la arena húmeda y fina, donde las orillas parecen desprovistas de cualquier forma de vida durante el día, un grillo muy poco conocido surge al anochecer cantando en los arenales salados, entre almajos y coralillos; intenso y musical, sin parangón en nuestra fauna invertebrada.
Algunos autores rusos describieron dicho canto como el sonido de una campanilla o un cascabel de plata que tintinea sin cesar. Los grillos han emergido de sus túneles y escondites bajo la arena compacta que se acumula en las lagunas hipersalinas. Quizá sea la más gregaria de todas las especies de grillos ibéricos. Cuando canta despliega sus alas en vertical bajo una mata de almajo, entre los resquicios del limo salitroso o cerca de cualquier otro escondite. Al principio de la noche es más tímido, pero con el transcurso de las horas, si la temperatura es suave, sale de sus galerías y se expone en las orillas despejadas, donde se reúnen coros de machos cantores para atraer a las escondidizas hembras. El espectáculo sonoro de una veintena de estos grillos cantando en el reducido espacio de cien metros cuadrados es una experiencia nocturna indescriptible, sobre todo si asumimos que estamos ante una especie que ha pasado desapercibida a los entomólogos durante mucho tiempo.