Cuaderno de campo

El campo de pruebas del visón europeo

Por José Antonio Montero

Miércoles 22 de octubre de 2014
En Salburúa, un parque muy frecuentados por los vecinos de Vitoria, se realiza discretamente un experimento que puede ser vital para el futuro del visón europeo. Sus resultados preliminares indican una buena adaptación a la naturaleza de ejemplares criados en cautividad.


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Pocos imaginan a un carnívoro, casi tan amenazado como digamos el lince ibérico, al borde de una gran ciudad, a tiro de piedra de edificios de pisos y carreteras. Pero sí, esa es la gracia de los visones europeos que viven en las afueras de Vitoria. Para comprobarlo sobre el terreno acompaño, una tarde de mediados del pasado septiembre, al naturalista Mikel Arenas por un recorrido donde nos cruzamos a mucha gente que pasea tranquilamente. Nuestro objetivo: captar la señal de los emisores que llevan los visones europeos que han sido liberados en la zona un mes antes.

El lugar de suelta ha sido Salburúa, uno de los parques que conforman el llamado “anillo verde” que rodea la capital vasca. Gracias a un proyecto de restauración emprendido por el Ayuntamiento de Vitoria a mediados de los años noventa, estos antiguos terrenos agrícolas abarcan hoy en día cuatro lagunas –o balsas, como las llaman en la zona– entre un mosaico de carrizales, prados y bosquetes. Lo entrecruzan arroyos y antiguas acequias flanqueadas por densos zarzales y demás vegetación ribereña. Para una especie semiacuática y esquiva como el visón europeo, todo un paraíso natural, que quedó indultado en su momento del expansionismo urbanístico.

Puede que no sea lo más normal en este tipo de estudios, pero para rastrear la mayor superficie posible de este parque de doscientas hectáreas, y al mismo tiempo respetar la tranquilidad exigible en un sitio donde se viene a pasear y desconectar del barullo urbano, la búsqueda de los visones radio-marcados se suele hacer en bicicleta. Cada cierto tiempo, Mikel se baja de la bici, carga con el equipo receptor, selecciona la frecuencia del animal que se localizó en ese punto el día anterior y barre la zona con la antena en la mano. Alguno que otro le pregunta de qué va esto, pero la mayoría se limita a observar con distante curiosidad, ajenos a su vecindad con un mamífero catalogado como “En peligro” a nivel mundial por la UICN. Un privilegio del que imagino no deben disfrutar muchas ciudades europeas.


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