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La fenología nos alerta del cambio climático

Nuevos aires para una vieja ciencia

Miércoles 22 de octubre de 2014
La fenología estudia los eventos naturales recurrentes en relación al clima. Es decir, fenómenos tales como la floración, la salida de las hojas o la fructificación de las plantas, la aparición de los insectos o la llegada y emigración de las aves. Los cambios detectados en estas pautas confirman que nuestro planeta está inmerso en un proceso de calentamiento global.

Los sucesos biológicos que se repiten año tras año definen mucho mejor el paso de las estaciones que el calendario astronómico y basta echar un vistazo al refranero para comprobar que han llegado a formar parte de nuestra cultura (Cuadro 1). Este hecho también se refleja en la larga tradición de estudiar los eventos naturales recurrentes, cuyos registros más antiguos se remontan al siglo IX y aluden a la floración de los cerezos en Japón. En Europa, los primeros datos conocidos están fechados en 1736 y se deben a Robert Marsham, un terrateniente inglés que comenzó a anotar las fechas en que brotaban y florecían diversas especies de plantas en sus propiedades, así como la fecha en que llegaban las golondrinas, cantaba el cuco o croaban las ranas. Su afición se fue heredando de padres a hijos durante siete generaciones, dando lugar a un increíble registro de 211 años de duración (1).

Poco después, a mediados del siglo XVIII, Linneo publicó la primera metodología para llevar a cabo observaciones fenológicas, lo que impulsó la recogida sistemática de datos en algunas localidades suecas, varias de las cuales siguen con esta labor hasta el día de hoy (2). En esencia, los métodos propuestos por Linneo son los mismos que se siguen usando actualmente en fenología.

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