Casi trescientas tortugas mediterráneas, muchas con un pasado de cautividad en manos de particulares, han sido reintroducidas en la sierra de Irta (Castellón). Su adaptación al medio natural está siendo buena y parece incluso que han criado. El objetivo es crear una población estable en la Comunidad Valenciana para este reptil globalmente amenazado, cuya distribución española se reduce a Cataluña y Baleares.
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El área de distribución de la tortuga mediterránea (Testudo hermanni) se extiende desde España hasta Turquía. La mayoría de los autores le atribuye dos subespecies con una distribución contigua: T. hermanni hermanni, desde la península Ibérica hasta Italia (en concreto, hasta el río Po), y T. hermanni boettgeri, localizada en Europa oriental. Aunque los efectivos de ambas se han reducido, la que presenta un peor estado de conservación es la primera, estando la mayoría de sus poblaciones en fase de desaparición (1).
La tortuga mediterránea tiene una distribución muy fragmentada, sobre todo en España y el sur de Francia, donde sólo persisten poblaciones aisladas. En nuestro país, se limita a la costa mediterránea y su única población de origen natural se sitúa en la sierra de La Albera (Girona). Sin embargo, en otras zonas de Cataluña se han realizado reintroducciones de la especie, como en el Delta del Ebro, El Garraf y la sierra del Montsant, con resultados positivos (1, 2, 3). Además, existen poblaciones en Mallorca y Menorca que se cree que fueron introducidas en estas islas hace 3.000 años.
Debido a su preocupante situación, este reptil figura en los anexos II y IV de la Directiva de Hábitats de la Unión Europea. En la legislación española aparece en los anexos II y V de la Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad y está incluida en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría “De interés especial”. Por su parte, el Catálogo Valenciano de Especies Amenazadas la considera “En peligro de extinción”. Para la subespecie hermanni, la nuestra, se ha destinado la categoría de “En peligro” en la Lista Roja de la UICN.
En 1990, la Generalitat Valenciana inició una campaña de recogida de tortugas mediterráneas, sobre todo ejemplares en posesión de particulares como mascotas. Debido a que la especie se consideraba extinguida en libertad en nuestra comunidad autónoma, se consideró oportuno empezar a realizar reintroducciones en el medio natural con los animales recogidos.
La presencia histórica de la tortuga mediterránea en la Comunidad Valenciana se ha comprobado mediante hallazgos fósiles datados en el Pleistoceno, encontrados en localidades como Tavernes de la Valldigna y Cullera, en la provincia de Valencia, o Alcoi y Ondara, en la de Alicante (4). Existen también restos de esta especie localizados en asentamientos humanos prehistóricos donde se utilizaba como alimento (5).