Por Alberto Tinaut, Juan Gabriel Martínez y Javier Olivares
Miércoles 22 de octubre de 2014
En estos tiempos que corren, trufados de noticias sobre especies amenazadas o extinguidas, resulta extraordinariamente gratificante anunciar todo lo contrario. Hace poco se ha redescubierto una subespecie de mariposa que se consideraba extinta, la Apolo de la sierra de Los Filabres.
Fue el entomólogo catalán Ignasi de Sagarra (1889-1940) quien, allá por el año 1933, describió formalmente a la mariposa Apolo que habita en la sierra de Los Filabres (Almería) con el nombre de Parnassius apollo filabricus. Hasta comienzos de los años noventa esta subespecie era muy abundante desde el Calar Alto, en la propia sierra de Los Filabres, hasta algunas zonas ya incluidas en el Parque Natural de la Sierra de Baza (Granada). La mariposa había sido siempre muy codiciada por naturalistas, aficionados y profesionales, debido tanto a su belleza como a su vida ligada a las montañas. Este atractivo, alimentado por un excesivo afán de buscar diferencias donde quizás no las hubiera, hizo que se describieran especies, subespecies, variedades o razas en cada sistema montañoso, lo cual incrementó un pernicioso efecto recolector. Dicho impulso, sin otro motivo que la recolección en sí misma y con el afán de poseer todas las formas descritas, dio lugar incluso a que las mariposas Apolo tuvieran un valor económico añadido, tanto mayor cuanto más difícil fuese su localización y captura. Todo esto ha provocado, en más de una ocasión, la desaparición de algunas poblaciones y o subespecies, de manera que fue uno de los primeros invertebrados que entró a formar parte de la lista de especies amenazadas o incluso ya desaparecidas (Lista Roja de la UICN, catálogos regionales o nacionales, Directiva Hábitats, Convenio de Berna e incluso Cites).
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