Informe por Marta Álvarez-Presas y otros autores
Miércoles 22 de octubre de 2014
La Mata Atlántica de Brasil ha visto reducida su extensión a una infinidad de fragmentos de bosque que no alcanzan el 16% de la cobertura original. Su conservación pasa por los llamados corredores ecológicos. Pero, ¿qué partes de la inmensa alfombra forestal deben tener prioridad? Unos invertebrados bastante desconocidos, las planarias terrestres, pueden proporcionarnos las respuestas.
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El bioma del bosque atlántico, conocido como Mata Atlántica, se extiende a lo largo de la costa de Brasil entre las latitudes 3º y 30o sur. Este amplio rango latitudinal y su elevación, que va desde el nivel del mar hasta los 1.800 metros, han generado un gran número de ambientes. Esto hace que sea un bioma extremadamente rico en biodiversidad y con altos niveles de endemismo.
La Mata Atlántica cubría 1’4 millones de kilómetros cuadrados hace quinientos años, cuando llegaron los colonizadores europeos, y ahora sólo se conserva menos del 16%. Para frenar la pérdida de biodiversidad, el gobierno brasileño ha definido una serie de unidades de conservación (parques y otras áreas protegidas).
Debido a la fragmentación del bosque, estas unidades son muy pequeñas y están aisladas unas de otras. Ante la imposibilidad de devolver la Mata Atlántica a su cobertura original, es muy importante determinar a qué regiones se deben asignar estratégicamente los recursos humanos y financieros para garantizar, con la máxima eficacia, la conservación de su biodiversidad.
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