Cuaderno de campo

Rafael Díaz, miembro fundador de la Sociedad Española de Ornitología

Miércoles 22 de octubre de 2014
Naturalista, escultor, ornitólogo... Debería
haber un Rafael Díaz en cada pueblo
de España, un cronista capaz de dar

a la historia natural el mismo
trato que reciben los acontecimientos
históricos y sociales.


En la primavera del año 1996, un joven sevillano llamado Víctor Gutiérrez me presentó a Rafael Díaz Márquez durante una visita a Zafra para ver la exposición El hombre y el lobo, que la Universidad Popular había organizado para presentar mi libro El lobo ibérico en la Baja Extremadura. ¿Quién nos iba a decir que Víctor, el benjamín de aquel grupo de fervientes admiradores del lobo y de Félix Rodríguez de la Fuente, conseguiría una década después publicar un espléndido libro titulado El lobo ibérico en Andalucía? De aquel remoto día recuerdo la frase que me soltó Rafael mientras nos estrechábamos las manos: “¡Qué suerte que dos locos se hayan conocido!”

Un naturalista precoz
Rafael nació el 7 de abril de 1928 en El Real de la Jara (Sevilla), un bonito pueblo serrano situado en la vertiente occidental de Sierra Morena, limítrofe con las provincias de Huelva y Badajoz. Su afición por la naturaleza se remonta a la niñez, cuando dedicaba todas las horas del día a buscar nidos de pájaros para controlar la eclosión de los huevos y el posterior desarrollo de los polluelos. Otra manía infantil consistía en atrapar todos los escarabajos que iba encontrando por el campo, una afición que alcanzó su cenit el día que se le ocurrió vaciar los abultados bolsillos de su pantalón en plena misa dominical, con el consiguiente estupor de su madre que trataba de evitar a toda costa que los escarabajos liberados se desperdigasen por los bancos de madera y asustaran al resto de los feligreses.

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