Toma de medidas de un galápago leproso tras su captura (foto: José Martín).
NUEVOS DATOS SOBRE LAS INTERFERENCIAS ENTRE ESTAS ESPECIES
Miércoles 22 de octubre de 2014
La expansión del galápago de Florida en la península Ibérica ha dado lugar a que este reptil
exótico cuente ya con poblaciones asentadas en el medio natural. Son malas noticias
para nuestros galápagos autóctonos, especialmente a la luz de recientes
experimentos que confirman que compiten en desventaja con el invasor,
lo que puede hacer empeorar su estado de conservación.
por Nuria Polo, Pilar López y José Martín
También conocido como tortuga de orejas rojas debido a su característica mancha postorbital, el galápago de Florida (Trachemys scripta elegans) es un quelonio originario del sureste de Estados Unidos y noreste de México que ha sido introducido en numerosas regiones del mundo, especialmente en países mediterráneos, como consecuencia de su liberación incontrolada. Durante las últimas décadas, un gran número de juveniles ha sido importado en masa como parte del comercio de mascotas, lo que ha dado lugar a frecuentes introducciones en el medio natural.
El galápago de Florida se ha establecido también en la península Ibérica, donde coloniza todo tipo de masas de agua gracias a su gran capacidad de adaptación. Hoy en día existen poblaciones autónomas de mayor o menor densidad en diversas marismas y humedales de la franja litoral, así como en puntos dispersos del interior .
Algunas observaciones indican que este quelonio compite con los galápagos autóctonos ibéricos: el europeo (Emys orbicularis) y el leproso (Mauremys leprosa). La situación de estas dos especies nativas es preocupante, sobre todo la del escaso galápago europeo. El galápago leproso tiene un área de distribución mayor y abunda más en el suroeste ibérico, aunque ha sufrido un considerable receso debido sobre todo a la destrucción del hábitat y a la presión antrópica. La competencia a escala local con los galápagos exóticos introducidos podría estar empeorando el estado de las poblaciones autóctonas remanentes.
Si bien la naturaleza de las interacciones entre especies no está clara, algunas ventajas potenciales del galápago de Florida sobre las especies nativas pueden estar contribuyendo a la expansión del invasor en las regiones mediterráneas. Se han citado una mayor tolerancia a la contaminación y a la presencia humana, una madurez sexual más temprana y una descendencia mayor. Además, el galápago de Florida se muestra activo a temperaturas inferiores del agua, por lo que puede comenzar antes su actividad anual, alcanza tallas superiores a las de los galápagos autóctonos y tiene una dieta más variada.
Es probable que exista competencia por los recursos tróficos, los lugares de asoleamiento o los de nidificación, pues tanto los galápagos nativos como los americanos consumen materia animal de manera constante, dedican gran parte del tiempo a asolearse y coinciden en las épocas de reproducción. Pero el hecho de que el galápago de Florida tenga su origen en un medio especialmente competitivo –la coexistencia de numerosas especies competidoras de galápagos en sintopía es habitual en muchos ecosistemas de Norteamérica– podría dotarle de ciertas habilidades ventajosas sobre los galápagos autóctonos, adaptados a ambientes de escasa o nula competencia, hasta el punto de hacerles abandonar recursos fundamentales –alimento y lugares de asoleamiento– o de llegar a desplazarles hacia áreas alternativas menos favorables.
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