Sapillo pintojo de vientre negro (Discoglossus nigriventer). Dibujo de Pedro Galán a partir de una foto tomada por Heinrich Mendelssohn del ejemplar tipo descrito en 1943. Pude apreciarse la extraña pigmentación de la zona ventral, negra con puntos blancos.
VIVE EN UNA ZONA REMOTA AL NORTE DE ISRAEL
Miércoles 22 de octubre de 2014
Después de 56 años sin tener noticias suyas, en noviembre de 2011
fue redescubierto el sapillo pintojo de vientre negro en su localidad
original de Oriente Medio. Era uno de los anfibios más buscado y
enigmático de los que se consideraban extinguidos.
por Pedro Galán
Sapillos pintojos y sapos parteros forman parte de la fauna ibérica y europea de anfibios. Están encuadrados en una familia muy primitiva de anuros (o anfibios sin cola: ranas y sapos), la de los alítidos (Alytidae), antes denominados discoglósidos (Discoglossidae). Hemos tenido la fortuna de que llegaran hasta nuestros días desde sus lejanos comienzos en el Jurásico superior, nada menos que a mediados del Mesozoico, hace unos 200 millones de años. Todas las especies actuales se distribuyen únicamente por la zona occidental del Mediterráneo, desde Sicilia hasta la península Ibérica y Marruecos. Sin embargo, a mediados del siglo XX se descubrió otra especie en el extremo más oriental de dicha región, en Israel, lo que representa un aislamiento de muchos miles de kilómetros con respecto al resto de las especies de su familia.
En 1943, Heinrich Mendelssohn y Heinz Steinitz, de las universidades de Tel Aviv y Hebrea de Jerusalén, respectivamente, describieron una nueva especie de sapillo pintojo, el sapillo pintojo de Hula (Discoglossus nigriventer). El nombre común se debe a que fue encontrado en el valle de Hula (o Huleh), en Galilea. La localidad típica era la ribera este del lago Hula, en el Distrito Norte actual de Israel. Este lago cubría una buena parte del valle homónimo, entre los Altos del Golán y las montañas de Naftali. En cuanto al nombre científico, alude a la pigmentación negra de toda su zona ventral –completamente diferente al resto de las especies del género Discoglossus, que la tienen clara– sobre la que destacan numerosos puntos blancos. No obstante, el nuevo anfibio sólo fue visto en dos ocasiones. La primera en marzo 1940, cuando se encontraron dos ejemplares (una hembra adulta y un subadulto) y dos larvas, sobre los que se basó la descripción formal de la especie (1). Curiosamente, la hembra adulta, de 40 milímetros de longitud, se comió al subadulto, que medía 27 milímetros, mientras permanecían alojados en un terrario, pendientes de estudio. De hecho, el segundo ejemplar no pudo ser descrito. Así que el ejemplar tipo es la hembra adulta y los paratipos las dos larvas, aún de pequeño tamaño, pues medían 16’6 y 11’9 milímetros de longitud total.
La segunda cita –y, hasta 2011, la última– fue en 1955, cuando se encontró un único ejemplar adulto (2). En los 56 años siguientes la especie no volvió a ser localizada y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la dio por extinguida en 1996, achacando la culpa de su desaparición a la pérdida de hábitat y, posiblemente, a enfermedades emergentes causadas por hongos. Nunca se pudo estudiar nada de su biología ni de su ecología.