Miércoles 22 de octubre de 2014
Por suerte para los anfibios, cada vez hay más ejemplos como el de la comarca catalana de Osona, donde se está creando una red de charcas para esta fauna ante la abundancia de balsas agrícolas y ganaderas.
por Carles Martorell y otros autores
Ubicada en la Cataluña central, la comarca de Osona, tiene una importante actividad agropecuaria. Como los lagos y humedales naturales son inexistentes, las balsas agrícolas y ganaderas constituyen –junto a riachuelos, torrentes y pequeños pantanos– los principales espacios acuáticos accesibles para la reproducción de los anfibios.
Pero las condiciones de estas balsas no siempre son las óptimas para la fauna. Las alteraciones observadas con más frecuencia han sido el abandono y colmatación natural de la charca, la introducción de especies foráneas (como varias especies de peces y el cangrejo rojo americano), la eutrofización del agua y destrucción de la vegetación por el acceso libre del ganado, la contaminación por purines u otras sustancias y la destrucción intencionada de la balsa por obras o vertido de escombros.
En no pocas ocasiones, el problema reside en unas paredes verticales de hormigón o de lona lisa y resbaladiza, que no permiten la salida de los animales. Esto es habitual en depósitos de agua, piscinas abandonadas y también en balsas contra-incendios.
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