Ciencia a pie de calle

Ministerio de economía y medio ambiente

Grupo de caribúes de bosque (Rangifer tarandus caribou) en una pradera subalpina del valle de Tonquin, en el Parque Nacional Jasper de Canadá (foto: Saakje Hazenberg).
Miércoles 22 de octubre de 2014
Desde otras disciplinas, se encuentra con paradojas aparentemente inevitables. Por ejemplo, invertir en las especies más amenazadas puede poner en peligro a la biodiversidad en su conjunto.

por Salvador Herrando Pérez
salvador.herrando-perez@adelaide.edu.au


A FINALES DE 2010 las páginas de los periódicos se hacían eco de un comunicado de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en el que daba por extinguida una subespecie de rinoceronte y otras dos posiblemente por perdidas. La noticia invocaba el tópico “qué mal lo hacen los gobiernos” para proteger el medio ambiente. Pero si evitar esas extinciones implicara detraer fondos de otra parte, qué pensaría el ciudadano con el sueldo congelado, la directora que no puede arreglar las goteras del colegio, el coronel que no recibe la última partida de tanques o el ayuntamiento que ya no puede traer a Sting al auditorio municipal.

Hay tres hechos incuestionables: proteger especies cuesta dinero, los presupuestos de gobiernos y organizaciones conservacionistas son limitados y nuestro modelo de conservación de la naturaleza es un fracaso; pues, a pesar de que las inversiones son cada vez mayores, la tasa de destrucción de la biodiversidad sigue aumentando (1).

Recuadro:
El caribú de bosque
El caribú o reno (Rangifer tarandus) es un ungulado que puede superar los cien kilos de peso. Habita en la tundra y la taiga de Finlandia, Groenlandia, Noruega, Mongolia, Rusia, Canadá y Estados Unidos (extinto en Suecia). La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo tiene catalogado como especie globalmente estable (“Preocupación Menor”).

Sin embargo, el caribú de bosque (Rangifer tarandus caribou) es una subespecie amenazada en América del Norte. En Alberta (Canadá), existen unos 3.000 ejemplares fragmentados en 12 manadas. Según censos recientes, las mandas oscilan entre los 75 y los 450 individuos y juntas se extienden por unos 100.000 kilómetros cuadrados de bosque de coníferas y turberas, a razón de 3.000-19.000 kilómetros cuadrados por manada. Algunas de estas manadas migran estacionalmente en busca de pasto fresco, como los renos europeos, y otras residen todo el año en las áreas arboladas más frondosas.

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