Suelta controlada de conejos de monte en la finca Campanarios de Azaba (Salamanca), gestionada por la Fundación Naturaleza y Hombre. A partir de ahora, la nueva cepa vírica de la RHD obliga a replantearse las estrategias de reintroducción o refuerzo de poblaciones silvestres (foto: Rafael Serra).
LAS ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN DE LA ESPECIE DEBERÁN REAJUSTARSE
Miércoles 22 de octubre de 2014
Tras dos décadas de lucha contra la enfermedad hemorrágica del conejo, la situación parecía haberse estabilizado en las poblaciones silvestres españolas. Sin embargo, el reciente hallazgo de una nueva cepa viral, que afecta también a los ejemplares más jóvenes, ha abierto un nuevo escenario cuyas consecuencias son todavía difíciles de evaluar.
por Carlos Calvete, Jorge Hugo Calvo, Pilar Sarto e Inés Gaitán
La enfermedad hemorrágica, también conocida por sus siglas en inglés como RHD, es una de las principales causas de mortalidad en las poblaciones ibéricas de conejo silvestre (Oryctolagus cuniculus). Se considera asimismo uno de los obstáculos más importantes a los que suelen enfrentarse la mayoría de las actuaciones y programas de conservación en los que está involucrada esta especie, clave para los ecosistemas mediterráneos. Además, la RHD es una de las trabas con las que se tropiezan casi todos los esfuerzos dirigidos a promocionar el conejo como especie de caza.
La gran repercusión de esta enfermedad en las poblaciones de conejos silvestres ha sido abordada en varios artículos publicados anteriormente en Quercus, por lo que no entraremos en más detalles. Diremos, básicamente, que la RHD está causada por un calicivirus que puede transmitirse de conejo a conejo prácticamente por cualquier vía, sin necesidad de que intervengan vectores biológicos. Desde el punto de vista patológico, cursa como una hepatitis aguda o sobreaguda (raramente crónica) que suele provocar mortandades superiores al 90% en ejemplares silvestres con más de ocho semanas de vida. Por el contrario, la infección apenas causa mortalidad en los individuos más jóvenes.
El virus fue detectado por primera vez en España en 1988 (1) y, debido tanto a su rápida expansión como a la elevada mortalidad que causa, muchas poblaciones de conejos silvestres se extinguieron o sus densidades se vieron seriamente reducidas durante los primeros años. De hecho, esta misma situación es la que todavía perdura en no pocas regiones españolas. Afortunadamente el virus no es letal para los conejos más jóvenes, por lo que ha podido incrementarse la densidad de algunas poblaciones e incluso alcanzar un equilibrio favorable. Entre otros posibles factores, dicho equilibrio parece deberse a que las altas densidades de conejos favorecen la transmisión del virus durante la época de reproducción, de manera que la mayoría de los individuos se infectan cuando son muy jóvenes, no padecen la enfermedad y quedan inmunizados prácticamente para el resto de su vida. Este mecanismo epidemiológico es el que habría favorecido la aparición de numerosas poblaciones con alta densidad de conejos en muchas zonas de nuestro país –con el subsiguiente impacto sobre los cultivos– a pesar de que la enfermedad siga estando presente.
Recuadro
Hemeroteca
Quercus 309 (noviembre 2011)
Ref. 5301309 / 3’90
• ¿Es posible híperinmunizar a las poblaciones de conejos frente a la enfermedad hemorrágica?
Carlos Calvete.
Quercus 285 (noviembre 2009)
Ref. 5301285 / 3’90
• El conejo da paso al lince en pinares naturalizados de Córdoba. Rafael Arenas y otros autores.
• El conejo en la campiña de Córdoba: ¿es realmente una plaga? Isabel C. Barrio y otros autores.
Quercus 244 (junio 2006)
Ref. 5301244 / 3’90
• Los problemas de la gestión del conejo silvestre. Carlos Calvete.
Quercus 236 (octubre 2005)
Ref. 5301236 / 3’90
• El declive del conejo en España. Emilio Virgós y otros autores.
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