Los cóndores adultos de ambos sexos tienen una coloración dorsal muy contrastada. La amplia banda blanca que forman las plumas cobertoras y secundarias permite localizarlos a larga distancia (foto: Manuel de la Riva).
RESULTADOS DE UN ESTUDIO COMPARTIDO POR CIENTÍFICOS ESPAÑOLES Y ARGENTINOS
Miércoles 22 de octubre de 2014
El cóndor andino es una especie singular entre las rapaces carroñeras. Un reciente estudio de tres años, financiado por la Fundación BBVA, ha profundizado en rasgos como la ecología del movimiento, la ecotoxicología y las implicaciones del dimorfismo sexual. La especie utiliza enormes superficies de terreno y puede moverse a ambos lados de la frontera entre Argentina y Chile, lo que dificulta su conservación. Por otra parte, las poblaciones están sujetas a riesgos derivados de la contaminación por plomo, la competencia con otras aves necrófagas y la mortalidad sesgada por sexos.
por José Antonio Donázar, Sergio Lambertucci, Manuel de la Riva, Orlando Mastrantuoni,
Pablo Alarcón, Guillermo Wiemeyer, José Antonio Sánchez-Zapata,
Guillermo Blanco y Fernando Hiraldo
En la mañana del 18 de marzo de 1904 Samuel Adams, recién graduado en la Universidad de Kansas, preparó su arma de fuego para ir, junto con el profesor Martin, a cazar una pareja de cóndores andinos (Vultur gryphus). Habían encontrado nidos en unos acantilados marinos cerca de la desembocadura del río Gallegos, en la provincia de Santa Cruz, dentro de la Patagonia argentina. Después de una laboriosa persecución –“los cóndores son aves duras de matar”– dos adultos y su pollo pasaron a engrosar las colecciones científicas (1). Esa fue la última cita conocida de cóndores andinos nidificantes en la costa atlántica de Suramérica. Había comenzado la persecución moderna de la especie por el hombre blanco.
El acoso, apoyado en escopetas y cebos envenenados, se exacerbó hasta finales del siglo XX. El cóndor era visto por los paisanos como un depredador del ganado, que debía ser erradicado, y se multiplicaron las historias de ataques a los rebaños o de ejemplares que llevaban patas de oveja en sus garras. A consecuencia de aquello, la especie se ha rarificado mucho hoy en día y casi ha desaparecido en la mitad norte de su área de distribución. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la tiene catalogada como “Casi Amenazada”.
Gigantes que se desvanecen
A pesar de sus 3 metros de envergadura y sus 15 kilos de peso, el cóndor andino no es el ave más grande que ha surcado los cielos de la Patagonia. Los teratornítidos, las mayores aves voladoras que han existido nunca, pesaban hasta 70 kilos de peso y tenían 8 metros de envergadura. Vivieron en estas mismas regiones durante el Mioceno, hace unos seis millones de años, e incluso en algunas zonas de América del Norte hasta hace apenas 10.000 años. La dieta de estos gigantes era probablemente carroñera, al menos en parte, y se basaría en la megafauna americana de mamíferos herbívoros. No sabemos por qué se extinguieron los grandes carroñeros, aunque la desaparición de sus presas pudo haber jugado un papel decisivo. Pues bien, el cóndor andino sigue hoy la funesta estela de aquellos gigantes.
recuadro
Hemeroteca
Quercus 255 (mayo 2007)
Ref. 5301255 / 3’90
• Encuentro con el mítico cóndor blanco. Eduardo Pavez.
Quercus 225 (noviembre 2004)
Ref. 5301225 / 3’90
• El cóndor en los Andes chilenos. Eduardo Pavez.
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