Miércoles 22 de octubre de 2014
El futuro de las poblaciones pequeñas y fragmentadas está amenazado por factores como la endogamia, los fenómenos ambientales bruscos –un huracán o un incendio– y ciertos acontecimientos sujetos a varios desenlaces posibles: por ejemplo, cuántos machos y hembras nacen cada año. Un estudio publicado en Biology Letters presenta un ejemplo de cómo aplicar la manipulación de la proporción de sexos a la conservación de una especie amenazada.
Salvador Herrando Pérez
salvador.herrando-perez@adelaide.edu.au
El problemaQuienes hayan asistido a clases de bailes de salón saben que suele haber más mujeres que hombres y los problemas que eso acarrea al aprendizaje del grupo. De forma análoga, cuando lo que está en juego es reproducirse, una proporción descompensada entre ambos sexos puede poner en peligro a toda la población si compromete la cantidad de descendientes. Por ejemplo, si cada vez es más difícil que una hembra encuentre a un macho (o viceversa). Lo curioso es que la selección natural puede favorecer este sesgo, es decir, promover que una especie invierta más en un sexo que en otro. La formulación evolutiva de esta posibilidad es que las hembras ajustan la proporción de sexos en sus camadas en función de los recursos disponibles. Así, cuando el año es bueno y hay mucho alimento, las madres pueden permitirse el lujo de gestar prole del sexo que más cueste criar, o del que tendrá más posibilidades de reproducirse con éxito...
Pie de foto: Sirocco, un macho de loro kakapo (Strigops habroptilus), en un dispensador de comida a prueba de roedores. La hembra Stella sobre la rama de un árbol. Ambos ejemplares viven en la isla neozelandesa de Codfish. Cada uno de los kakapo supervivientes tiene su propio nombre y está equipado con un radio-transmisor. La comida suplementaria, que se suministra en raciones de 200 gramos cada tres días, contiene frutos secos y semillas (fotos: Departamento de Conservación del Gobierno de Nueva Zelanda).