Ciencia a pie de calle

Posturas para no morir

Miércoles 22 de octubre de 2014
El reino animal es prolijo en comportamientos que camuflan la
presencia de las especies en su hábitat. La revista Proceedings
of the Royal Society ha publicado la primera prueba experimental de que algunos invertebrados utilizan las imágenes visuales de su entorno para adoptar posturas miméticas.

Salvador Herrando Pérez
salvador.herrando-perez@adelaide.edu.au


El comportamiento
Sería útil poder pasar desapercibidos en situaciones que nos resultan embarazosas o incluso peligrosas. Para muchas especies, la solución evolutiva ha sido parecerse a otras especies (mimetismo) y enviar así señales equívocas o neutras sobre su presencia, peligrosidad, palatabilidad y fertilidad, tanto a presas como a depredadores potenciales. Los cefalópodos, como la sepia común (Sepia officinalis), son además maestros en cambiar de color y textura para replicar los tonos y contrastes de su hábitat (camuflaje) (1, 2). A pesar de que el cuerpo rígido de las sepias carece de la flexibilidad de sus primos los pulpos, un experimento ideado por la portuguesa Alexandra Barbosa y el estadounidense Justine Allen demuestra que los brazos bucales también contribuyen al camuflaje (3).

El experimento
Barbosa y Allen criaron diez sepias en el Laboratorio de Biología Marina de Woods Hole (Massachusetts, Estados Unidos), a partir de huevos recolectados en la costa sur de Inglaterra (3). Su experimento se llevó a cabo en acuarios rodeados por cortinas negras. Cada sepia fue expuesta a cuatro sesiones de camuflaje y en cada caso se adosó un dibujo a una de las paredes del acuario. En tres de las sesiones el dibujo consistía en rayas negras paralelas separadas medio centímetro entre sí (equivalente al diámetro de los brazos principales de una sepia), pero orientadas en direcciones distintas: horizontales, verticales o en ángulo de 45 grados. En la sesión restante la pared era gris, sin rayas. A cada sepia se le otorgó el tiempo necesario para que se aclimatara a su nuevo ambiente, es decir, dejara de moverse o nadar. En ese momento, los investigadores tomaron una fotografía de cada sepia, sobre la cual midieron el ángulo que sus brazos formaban con el suelo del acuario.

Pie de foto:La serie de fotografías muestra la postura adoptada por las sepias sometidas a diferentes estímulos visuales. En el experimento de Barbosa y Allen (detalles en el texto), cada sepia adapta la dirección de sus brazos a los trazados lineales de la pared de un acuario (fotos: Justine Allen).