Miércoles 22 de octubre de 2014
Desde luego, es una magnífica noticia que se haya triplicado la población silvestre de lince ibérico en poco más de una década. Aunque no conviene echar demasiado pronto las campanas al vuelo, ya que la recuperación de una especie mundialmente amenazada supone un formidable desafío. De hecho, tenemos otro carnívoro sometido al mismo grado de amenaza y cuya salvación supondrá un reto aún mayor que la del propio lince ibérico. Se trata del visón europeo, una especie que depende en gran medida de lo que ocurra en sus poblaciones españolas, localizadas en el norte del país y con una relevancia muy significativa en el contexto de su precaria distribución mundial.
Lo peor que puede pasarle al visón europeo es coincidir en el espacio y en el tiempo con su pariente el visón americano, un temido competidor que le acaba desplazando o eliminando del hábitat, cuando no transmitiéndole graves enfermedades. Es más, un reciente estudio publicado en la revista científica European Journal of Wildlife Research por el estonio Madis Podra y dos colegas españoles, Asunción Gómez y Santiago Palazón, ha adelantado la posibilidad de que la especie exótica llegue a depredar sobre la autóctona. Según estos autores, la depredación podría estar detrás de casi la tercera parte de las muertes de visones europeos reintroducidos en el curso de un proyecto experimental desarrollado en el Parque de Salburúa, a las afueras de Vitoria.
Una de las medidas más eficaces impulsadas en España a favor de una especie amenazada ha sido el plan estatal de erradicación del visón americano, que cuenta con algo más de diez años de vigencia y resulta decisivo para mantener las poblaciones de visón europeo. Sin embargo, el visón invasor no ha dejado de expandirse y hemos llegado a un punto de inflexión en el que es vital mantener y reforzar la presión para frenar su avance si no queremos quedarnos sin visones europeos.
Aunque las invasiones biológicas no son ninguna broma, parece que algunos aún no se han enterado. ¿Cómo se explica, si no, la tibieza de dos iniciativas legales recientemente adoptadas? En concreto, el nuevo catálogo español de especies invasoras, aprobado en Consejo de Ministros el pasado 2 de agosto, y la propuesta de reglamento presentado a debate por la Comisión Europea. Aunque aportan una base legal hasta ahora inexistente, contienen enormes carencias, tal y como han advertido las organizaciones conservacionistas.
Por ejemplo, no contemplan una política de prevención que permita solucionar con eficacia los problemas que generan las especies invasoras. Que, una vez asentadas, acarrean enormes gastos para erradicarlas, estimados en más de cien millones de euros solamente en España. La permisividad actual es una bomba de relojería para el futuro de nuestra biodiversidad y la cuenta atrás ya ha comenzado.
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