Diseño del experimento realizado con los lúganos. La jaula donde se colocó cada pájaro estaba unida a una urna de cristal que contenía un recipiente con piñones, pero obstruido por una barrera de palillos. Los machos (izquierda) con una mayor mancha de color amarillo en el ala (flecha roja) resolvieron el problema más rápido que los que tenían ese rasgo menos marcado. Las hembras de esta especie (derecha) parecen confiar en dicho rasgo a la hora de elegir pareja.Fotos: Fernando Mateos (experimento) y Sławek Staszczuk (lúganos).
Miércoles 22 de octubre de 2014
Los pigmentos juegan un papel vital en el comportamiento y la fisiología de las especies. La revista Biology Letters ha publicado un estudio que relaciona la coloración del plumaje de las aves con su capacidad para resolver problemas.
Salvador Herrando Pérez
salvador.herrando-perez@adelaide.edu.au
El comportamientoA nadie se le escapa que el color de nuestra piel, los tatuajes o la ropa que vestimos despiertan diferentes reacciones en la gente que tenemos alrededor. En la reproducción de muchos animales, disponer de señales visuales destacadas para atraer al sexo contrario puede conllevar algún tipo de coste, de manera que aquellos individuos capaces de asumirlo serían teóricamente superiores en términos de fertilidad o supervivencia. Es lo que se conoce como “principio del handicap” (1).
Por ejemplo, los colores de las plumas de las aves son el resultado de una combinación entre la queratina (proteína de las plumas) y varios pigmentos carotenoides. Estos pigmentos son carbohidratos sintetizados por plantas, bacterias y hongos, de manera que las aves deben obtenerlos a partir de su dieta. Por tanto, la abundancia de carotenoides en un pájaro, delatada por la coloración de sus plumas, puede ser una señal honesta de su habilidad para buscar, adquirir o metabolizar carotenoides; y comida, en general.
El experimentoFernando Mateos y sus colaboradores (2) han examinado esta cuestión en 29 lúganos (Carduelis spinus) capturados en los parques de Sarriá (Barcelona), donde fueron liberados posteriormente al acabar el experimento. A todos se les midió la longitud de la mancha amarilla de la sexta pluma primaria del ala izquierda, que es proporcional a la cantidad de dicho color en todo el plumaje del ala (3). Para realizar el experimento se colocó a cada lúgano en una jaula que estaba acoplada a una urna de cristal transparente, provista con un recipiente lleno de piñones. El recipiente estaba bloqueado por palillos cruzados que sobresalían cuatro centímetros por los bordes. Para acceder a la comida, los pájaros tenían que desencajar al menos un palillo. Los investigadores españoles computaron el tiempo que tardó cada lúgano en sortear el obstáculo para alcanzar los piñones, dándoles un máximo de cinco intentos de otros tantos minutos. Eventualmente, se relacionó ese tiempo con el tamaño de la mancha amarilla en el ala.