Ría de Urdaibai, uno de los estuarios vascos donde se ha registrado contaminación del agua por disruptores endocrinos.
Miércoles 22 de octubre de 2014
Debido a la creciente contaminación del agua por disruptores endocrinos, desde el año 2007 se ha venido detectando que los machos de muble que habitan en los estuarios vascos adquieren rasgos propios de las hembras de su especie.
El equipo de Biología Celular en Toxicología Ambiental de la Universidad del País Vacso (UPV/EHU) ha detectado la adquisición de caracteres femeninos en machos de muble (Chelon labrosus) que habitan en ríos y estuarios vascos, tanto en las características de las gónadas como en diversos marcadores moleculares. El trabajo se centró en 2007 y 2008 en los estuarios de Arriluze y Gernika, aunque luego se ha ampliado a los de Santurtzi, Plentzia, Ondarroa, Deba y Pasaia. Según Miren P. Cajaraville, directora del equipo de investigación, los resultados muestran que “la disrupción endocrina es un fenómeno que se ha extendido por nuestros estuarios, lo que significa que, al igual que se ha detectado en otros países, tenemos un problema con los contaminantes”.
Algunas de estas sustancias contaminantes pertenecen al grupo de los disruptores endocrinos y son las causantes de la “feminización” de los peces macho. Químicamente son muy diferentes entre sí, pero todas ellas provocan efectos similares: interaccionan con las hormonas y pueden causar la feminización o masculinización del organismo. Esta patología condiciona la capacidad reproductora de los peces afectados y aunque puede ser reversible dependiendo del periodo de exposición (embrión, larva, juvenil o adulto), el efecto intersexual puede mantenerse de por vida (1).
Al tratarse de contaminantes de reciente aparición, poco se sabe aún de sus efectos en el medio ambiente y los ecosistemas. Según Cajaraville, “nuestros descubrimientos son importantes, ya que nos permiten saber hasta qué punto se han extendido dichos contaminantes en nuestros estuarios y ríos, y qué efectos provocan, con lo que podremos adoptar medidas para evitar que lleguen a nuestras aguas, así como las normativas legales para su regulación”. A pesar de tratarse de contaminantes nuevos, las fuentes de estos disruptores endocrinos se encuentran en productos de uso común, como plastificadores, pesticidas, píldoras anticonceptivas, fragancias y detergentes.