Un simpatizante de Quercus ataviado para la ocasión en el stand de nuestra revista en MADbird 2014 (foto: José Antonio Montero).
Miércoles 22 de octubre de 2014
Durante un fin de semana, el tramo del madrileño Paseo del Prado que acogió la feria MADbird se convirtió en punto de encuentro de quienes por afición o profesión tienen sus pensamientos más en el campo que en la ciudad. Pero no estuvo de más este paréntesis urbano para comprobar el auge del turismo de la naturaleza y reflexionar sobre sus posibilidades y sus límites.
Texto y fotos: José Antonio Montero
Unas 25.000 personas se pasaron por la MADbird, la feria especializada en turismo de observación de la naturaleza que instaló sus carpas en el mismísimo Paseo del Prado de Madrid del 13 al 15 de junio. Es su primera edición, pero el interés que ha despertado hace suponer que tendrá continuidad el año que viene.
Se da la casualidad de que pocos días antes, el 6 de junio, el Consejo de Ministros aprobaba el Plan de Turismo de Naturaleza y Biodiversidad, con el objetivo a priori de impulsar en España un tipo de turismo del que llevamos años hablando, pero que parecía que no acababa de despegar. Pues ya parece que sí o al menos esa es la impresión que da, por ejemplo, la actual proliferación de ferias en este sector, siguiendo la estela de la que primero abrió el fuego: la British Birdwatching Fair, que desde hace 25 años se celebra junto a un embalse del condado de Rutland, en el centro de Inglaterra, y a la que puede asistir quien esté a tiempo o tenga posibilidades de ello del 15 al 17 de este mismo mes de agosto.
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