Un ejemplar adulto de lince ibérico fotografiado en su hábitat natural de la sierra de Andújar (Jaén) observa tras una roca (foto: Jesús Rodríguez Osorio).
Miércoles 22 de octubre de 2014
El alza en las últimas décadas de la población de lince ibérico es uno de los logros indiscutibles de la historia de la conservación en España. Pero desde 2011, coincidiendo con un nuevo brote epidémico en el conejo, las cifras del lince vuelven a llenar de preocupación –y de dudas sobre la eficacia de la gestión actual– a quienes soñamos con que la especie se salve.
Por José María Gil Sánchez
Aunque poco divulgados hasta ahora, los datos ofrecidos al público por la Junta de Andalucía son tan contundentes como dramáticos: desde el año 2011 la población de lince ibérico más importante del mundo, Andújar-Cardeña (provincias de Jaén y Córdoba), no ha dejado de descender, con el agravante añadido del tremendo desplome del éxito reproductor en 2013. En principio, esta situación guardaría relación con la disminución de la población de conejos, que a su vez ha estado condicionada, al menos en parte, por la aparición de una nueva variante de la enfermedad vírica hemorrágica.
A finales de 2013 la Junta de Andalucía, como organismo responsable de la conservación de las últimas poblaciones silvestres de lince ibérico, decidió poner en marcha un plan de emergencia para afrontar el problema. Es una buena noticia, sobre todo en estos aciagos tiempos que corren. Sin embargo, la actuación llega con varios años de retraso y, por lo poco que se conoce de lo desarrollado sobre el terreno (sueltas de conejos silvestres en cercados), más bien parece tratarse de unas medidas a la desesperada para intentar frenar como sea la debacle poblacional.
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