Miércoles 22 de octubre de 2014
Hay que ver cómo pasa el tiempo! Hace ahora justo un año, el equipo de redacción de Quercus se convertía en el nuevo propietario de la cabecera, a través de una empresa registrada a toda prisa y que dimos en llamar Drosophila Ediciones. Tras el vértigo y las dudas iniciales, nos dejamos llevar por el mismo trabajo que venimos desempeñando desde hace décadas y, casi sin darnos cuenta, nos hemos plantado en nuestro primer aniversario. En un escenario muy difícil, novatos como éramos en la gestión de una empresa –por pequeña que sea–, con el sector en entredicho y la profesión por reinventar, nos sentimos moderadamente orgullosos de poder soplar ahora esta solitaria velita. No hubiera sido posible sin el respaldo y la complicidad de muchísimas personas, desde colaboradores hasta proveedores y anunciantes. Pero, sobre todo, sin la confianza demostrada por los suscriptores de la revista, auténtica raíz pivotante de este Quercus de papel.
Como es inevitable hacer balance, conviene decir rápidamente que la revista goza de una aceptable salud. A falta de referentes fiables, nos hemos atenido al principio de precaución, sin apartarnos nunca de lo que podríamos denominar una economía doméstica. Nada de aventuras financieras. Nada de créditos bancarios. Hacemos lo que hacemos con nuestros propios recursos. Un simple balance de ingresos y gastos: la cuenta de la vieja. Mucha dedicación y horario indefinido. Como solemos decir, vivimos en un lunes perpetuo. Pero no hay motivo de queja. Dentro de poco Quercus cumplirá 33 años de existencia, tras haber soportado sequías y algún que otro vendaval, lo que no deja de ser una proeza compartida.
Nos hemos esforzado por mantener y mejorar los contenidos de la revista y por procurar que el cambio se notara también en un mayor acercamiento a nuestros lectores. De ahí que hayamos asistido personalmente a todas las ferias convocadas a lo largo del año, FIO de Extremadura, Doñana Birdfair, MADbird y Delta Birding Festival, empeño en el que sólo hemos encontrado cariño y facilidades por parte de sus organizadores. También queríamos retomar la añeja afición por los libros de historia natural y las guías de campo, de tal forma que Linneo vuelva a ser un verdadero servicio bibliográfico. Y, puestos a soñar, no nos olvidamos de nuestra página web, que estamos camino de mejorar para hacerla tan completa e interactiva como seamos capaces. Además, los más de 25.000 seguidores que tenemos en Facebook y los 11.000 de Twitter nos animan a profundizar en estas nuevas fórmulas de difusión y comunicación.
Vivimos otros tiempos, sí, pero sin perder la perspectiva. La base conceptual de Quercus permanece intacta. Nos debemos a la conservación de la biodiversidad y, además de informar, queremos ofrecer argumentos y herramientas que, con un sólido respaldo científico, impulsen un cambio audaz en el modelo de desarrollo, dado que el actual es insostenible. Incluso es preferible que la nueva etapa de la revista se ajuste mejor a ese empeño por la sostenibilidad. Somos conscientes de lo difícil –y costoso– que resulta salirse de la lógica del mercado, pero trataremos de seguir un camino coherente con nuestra línea editorial. A menudo, lo más barato es también lo más contaminante. Pero estamos dispuestos a romper esas inercias. Sin ir más lejos y en este mismo sentido, hemos que agradecer a los amigos y compañeros de BioChapas la alianza que hemos establecido para celebrar el primer año de Quercus en Drosophila Ediciones con un vistoso detalle en forma de carbonero común.