Todos los órganos de la dulcamara (Solanum dulcamara) son extremadamente tóxicos. Sólo los frutos maduros pueden ser ingeridos por las aves a cambio de convertirse en agentes diseminadores de sus semillas.
Lunes 27 de octubre de 2014
El elevado potencial tóxico de la dulcamara es más que suficiente para eludir el acoso de cualquier herbívoro. Sin embargo, hace una excepción durante el otoño, cuando cede a las aves sus atractivos frutos, una eficaz estrategia para expandirse y crear nuevas poblaciones.
Por J. Ramón Gómez
Las lluvias otoñales han reverdecido los campos que se agostaron en verano y dado un respiro a las plantas que soportaron estoicamente las altas temperaturas de los meses previos. Ahora comienza una nueva etapa, llena de cambios. El acortamiento de los días y la bajada de las temperaturas son claros indicios de que algo está pasando. Tras la forzosa calma estival, el otoño es un momento de preparativos antes de que llegue el reposo invernal. Tanto la fauna como la flora deben prepararse para superar una de las etapas más difíciles del año. En pocos meses el alimento será escaso y el frío dificultará la supervivencia. Algunos animales optan por desaparecer, como si decidieran hacer las maletas e irse de vacaciones hasta la primavera. Otros acondicionan sus cubículos, recolectan frutos e ingieren gran cantidad de alimento para cumular reservas. Muchas plantas, como si fueran conscientes de esa glotonería, ofrecen sus atractivos frutos, a cual más grande y suculento.
Pero, ¿qué hay detrás de esa generosa ofrenda vegetal? En la naturaleza nada es gratis y todo tiene su porqué. Algunas plantas se las ingenian para que sus semillas sean transportadas a grandes distancias, con el propósito de evitar la competencia con la planta madre y colonizar nuevos territorios. Otras, sin embargo, parecen embarcarse en un auténtico despilfarro de energía, aunque lo que persiguen es aprovechar la movilidad de los animales para servirse de ellos como agentes diseminadores de sus semillas. Esta es la opción elegida por la dulcamara (Solanum dulcamara). Aunque, como veremos, ha impuesto sus propias condiciones. No le sirve cualquiera para tan delicada labor.