Víctima de su distribución insular fragmentada y de furtivos que acaban con sus presas
Miércoles 22 de octubre de 2014
Descubierto hace menos de un siglo, el dragón de Komodo mantiene sus últimos cinco mil ejemplares repartidos en varias islas de Indonesia, entre ellas la de Flores, donde
habitó hace menos de veinte mil años una especie de homínido hasta ahora
desconocida. Pero por lo que respecta a este colosal lagarto, el mayor del planeta, aún sobrevive a la fragmentación de su hábitat y a la pérdida de presas por furtivismo.
El dragón de Komodo (Varanus komodoensis) es el mayor de los lagartos vivientes. Los paleontólogos no han encontrado en su familia ninguna especie fósil que le supere en tamaño. Pertenece al género Varanus, donde se incluye medio centenar de especies muy similares, pero que varían en tamaño. Las hay desde apenas treinta centímetros a los tres metros y medio que llegan a medir los ejemplares más grandes de nuestro protagonista.
El nombre genérico Varanus fue establecido en 1820 por el naturalista alemán Blasius Merrem y es una latinización del arábe “waran”, con el que se conoce al varano del Nilo (Varanus niloticus), un reptil considerado aliado por los egipcios, ya que les prevenía de la presencia de cocodrilos.
La contemplación de un dragón de Komodo no puede más que trasladarnos a una época remota en la que los dinosaurios fueron dueños y señores de nuestro planeta. Su alargado y musculoso cuerpo de piel oscura se sujeta fuertemente a la tierra por medio de unas patas extremadamente robustas, terminadas en unos pies de grandes uñas, que permiten a estos dragones correr a gran velocidad para asestar golpes mortales a sus presas.
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