Editorial

Europa clama por una naturaleza protegida

Sábado 29 de agosto de 2015

Más de medio millón de ciudadanos europeos han pedido a Bruselas que no modifique las dos directivas que protegen la naturaleza en la UE, es decir, la Directiva de Aves y la Directiva de Hábitats. Ha sido, hasta la fecha, la mayor movilización en respuesta a una consulta pública lanzada desde la Comisión Europea. Sabedoras de lo que se jugaban, cuatro grandes ONG españolas pusieron manos a la obra para que nuestro país se sumase masivamente a esta iniciativa. Desde aquí damos las gracias a Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, SEO/BirdLife y WWF España, así como a los miles de lectores de Quercus que han apoyado la campaña Revive tu Naturaleza, de la que venimos informando últimamente. En la página 71 de este mismo número de la revista puede verse la prueba.



Han pasado más de veinte años desde su aprobación, pero aún recordamos la típica charla de café, al terminar la jornada de trabajo en la redacción de Quercus, sobre las expectativas que se abrían con la Directiva de Hábitats. La Directiva de Aves ya había iniciado el camino unos años antes en el farragoso panorama de las normativas comunitarias. Qué utópica nos parecía entonces la gran misión que se proponía esa nueva norma: nada menos que crear un sistema de espacios, tanto terrestres como marítimos, legalmente protegidos en toda la Unión Europea. Pero, con sus tiras y aflojas, aquel sueño se ha hecho realidad y hoy en día la capa verde de la Red Natura 2000 cubre casi todo lo mejor de la biodiversidad europea. Algo sin parangón en otras regiones del planeta por su extensión y eficacia proteccionista.

Pero aún hay más. Los beneficios que depara la Red Natura 2000 se estiman entre 200.000 y 300.000 millones de euros al año. Escocia, por ejemplo, ha calculado que la relación entre costes y beneficios desde la creación de la red ha sido en su territorio de uno a siete. En Alemania, grandes cadenas de distribución ofertan ya productos que ayudan a conservar la biodiversidad, como puede ser el caso de aquellos provenientes de espacios integrados en la Red Natura 2000. Aunque fríos y monetarios, conviene tener en cuenta este tipo de datos para hacer frente a la habitual cantinela de los sectores interesados en identificar la protección legal de los espacios naturales con cortapisas al desarrollo socioeconómico. La Asociación de Fundaciones de Conservación de la Naturaleza (AFN), que agrupa a 16 entidades que trabajan por la biodiversidad en nuestro país, ha rebatido estos falaces argumentos recordando que la Red Natura 2000 no sólo permite las actividades productivas en su interior, sino que además será la base –si la dejan– de un verdadero desarrollo sostenible.

Los europeos han intuido que tienen mucho que ganar con las directivas de Aves y Hábitats, auténticos cimientos jurídicos de la Red Natura 2000. Lo demuestra el hecho de que se hayan movilizado para evitar que sean descafeinadas por burócratas y neoliberales. Un respaldo tan contundente no puede ser ignorado por Bruselas, envuelta ahora mismo en un colosal proceso de revisión de la legislación europea. Un asalto, por cierto, de lo más preocupante si el objetivo es dar vía libre a un modelo productivo insostenible y depredador como el que preconiza el liberalismo económico hoy en boga. Las instituciones europeas deben escuchar a la ciudadanía que les otorga su carta de naturaleza y actuar en consecuencia.


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