Las luces de las carreteras y de las ciudades son una trampa mortal para los ejemplares de algunas especies de aves marinas cuando dejan el nido. El análisis de as campañas de rescate de pardela de Tasmania en Phillip Island (Australia) durante quince años aporta resultados interesantes para reducir esta mortandad.
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Por Airam Rodríguez y otros autores
La iluminación artificial ha traído importantes beneficios para las sociedades humanas, pues han podido alargar su periodo de actividad durante las horas nocturnas. Sin embargo, su uso también lleva asociado una serie de consecuencias en la salud del hombre y de los ecosistemas.
La atracción de los insectos a la luz es posiblemente el caso más conocido, pero las aves marinas son también un ejemplo, y de los más trágicos.
Al dejar el nido, durante los primeros vuelos hacia el océano, miles de ejemplares jóvenes de estas aves en todo el mundo se ven atraídos por las luces de las carreteras y las ciudades. Esto desorienta su trayectoria y muchos acaban en el suelo donde, si sobreviven al impacto del aterrizaje, son vulnerables a depredadores introducidos, como los perros y los gatos, o a atropellos por vehículos.
Autores: Airam Rodríguez (airamrguez@ebd.csic.es), Graeme Burgan, Peter Dann, Roz Jessop, Juan José Negro y Andre Chiaradia conforman un equipo constituido por investigadores de la Estación Biológica de Doñana (Sevilla) y de Phillip Island Nature Parks (Australia). Todos ellos participan en el proyecto internacional “Ecolights for seabirds” financiado por la Unión Europea a través del 7º Programa Marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico (330655 FP7-PEOPLE-2012-IOF).
Más información, en http://ecolightsforseabirds.weebly.com
Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.