Una gestión de la caza mejorable en Castilla y León

Cacerías de gansos invernantes en lagunas palentinas protegidas, cupos legales de lobo como pieza cinegética al norte del río Duero y mantenimiento de la amenazada tórtola europea como especie objetivo de la media veda aún en época de cría. Son ejemplos que suscitan dudas sobre la compatibilidad de la gestión actual de la caza en Castilla y León con la conservación de la biodiversidad.

Por Ángel Hernández


En el invierno entre 2014 y 2015 asistimos atónitos, en las lagunas de La Nava y Boada (Palencia), a la celebración de cacerías de ánsares comunes desde puestos fijos situados tan solo a unos doscientos metros de las orillas. Todo un elenco de figuras de protección ampara a estas lagunas, entre ellas ZEPA e incluso Sitio Ramsar, que es la categoría de mayor importancia internacional que puede ostentar un humedal. La Nava y Boada son enclaves cruciales en España para el descanso nocturno de miles de gansos que durante el día se alimentan en los alrededores, además de lugares paradigmáticos de encuentro de multitud de observadores de fauna y amantes de la naturaleza.

El plan de conservación y gestión del lobo en Castilla y León está anulado parcialmente por una sentencia judicial ratificada por el Tribunal Supremo. El motivo ha sido que varios artículos del decreto por el que se aprobó este plan en 2008 no consideraban la prohibición de control de lobos mediante aprovechamiento cinegético al sur del Duero, contraviniendo la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad y la Directiva de Hábitats. Entre tanto, sigue la perezosa tramitación de la revisión del citado plan de conservación y gestión del lobo, lo que no impide que anualmente se fijen los cupos máximos de caza del cánido para las provincias y comarcas agrarias al norte del Duero.


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