Pocas veces un atentado a la naturaleza había causado tanto estupor como el del envenenamiento premeditado de un espectacular roble centenario de Barrado (Cáceres) que había sido declarado “Árbol singular”. Este dramático episodio refleja hasta qué punto la sensibilización ambiental sigue siendo una gran asignatura pendiente en la España del siglo XXI.
Por María Madruga
En la pequeña localidad de Barrado (Cáceres), de unos 450 habitantes, hay –porque todavía está queriendo vivir– un roble melojo o rebollo (Quercus pyrenaica) declarado Árbol Singular por el decreto 76/2004 de la Junta de Extremadura: el Roble Grande de la Solana.
Es un árbol de una belleza desmesurada, con un porte espectacular por el desarrollo de su extenso ramaje. Su contemplación ha admirado a muchos de los amigos de los árboles que hasta ahora se habían acercado a esta zona del valle del Jerte para conocer un verdadero monumento natural.
El Roble Grande de la Solana tiene una altura total de veinte metros, un perímetro de tronco –a una altura de 1'30 metros– de 3'60 metros y un diámetro de copa de unos treinta metros. Además, se estima que tiene aproximadamente unos trescientos años de vida.
Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.