Las Bardenas Reales, al suroeste de Navarra, son un ejemplo de cómo el comportamiento irresponsable –e incluso al margen de la legalidad– de algunos turistas atraídos por esta espectacular zona esteparia protegida puede afectar a la importante población de rapaces rupícolas que cría en sus cortados, entre ellas el alimoche.
Por José María de la Peña
En la frontera de Navarra con Aragón y con una superficie que supera las 40.000 hectáreas se extiende el Parque Natural de las Bardenas Reales. La erosión ha dado lugar a la formación de grandes llanuras (planas), barrancos y cerros testigo (cabezos), con el resultado de un espectacular paisaje semiárido que se ha convertido en el principal atractivo del parque. La más característica de esas formaciones es el cabezo de Castildetierra por el que pasa el 100% de los visitantes.
Las planas albergan importantes poblaciones de aves esteparias como son el alcaraván (Burhinus oedicnemus) y varias especies de aláudidos, mientras que los escarpados acantilados son lugar de nidificación de rapaces rupícolas.
A pesar de tan maravillosos paisajes donde nidificar, en los últimos veinte años el buitre leonado (Gyps fulvus) y el alimoche común (Neophron percnopterus) han sufrido un declive poblacional en la zona a causa de un nuevo obstáculo, el tránsito de visitantes.
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