Entre las muchas especies extinguidas por el hombre, la vaca marina de Steller destaca por su corta y trágica historia. Era de gran tamaño, sólo por debajo de las ballenas, y su descubrimiento estuvo envuelto en numerosas vicisitudes. Además, sólo pasaron 27 años hasta que fue exterminada por balleneros y cazadores de focas.
Por Arturo Valledor
Viajad a Kamchatka, construid un navío, navegad la costa hacia el Norte cuyos límites se desconocen, comprobad si Asia se une con América o si hay un estrecho entre ambos continentes, ponedlo todo en un mapa y regresad.” Escritas de puño y letra por el zar Pedro I el Grande, estas órdenes le fueron dadas en 1724 a Vitus Bering, un marino danés que había llegado a capitán de la armada rusa. Aunque el principal objetivo de Pedro I era la expansión de Rusia por el Pacífico norte y el establecimiento de una colonia en Norteamérica, también estaba interesado en los descubrimientos científicos, a cuyo efecto fundó la Academia de Ciencias de San Petersburgo.
La misión que Pedro I había confiado a Bering no era baladí. Desde San Petersburgo a Kamchatka hay casi 10.000 kilómetros atravesando los Urales, los caudalosos ríos Obi, Yeniséi y Lena, pantanosas tundras y extensas taigas, y todo ello llevando en carros y trineos provisiones, equipos, herramientas y los velámenes de los barcos que habían de construirse para remontar la misteriosa península y ver si se unía o no con Alaska. Los expedicionarios partieron en febrero de 1725, pocas semanas después de la muerte del zar. En junio de 1726 alcanzaron Yakutsk, pero llegó el invierno y, para sobrevivir, se vieron forzados a comerse los caballos.
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