La cercanía del mar impone duras condiciones a las plantas, que se ven obligadas a agudizar el ingenio para sobrevivir. La azucena de mar no es una excepción y sus numerosas adaptaciones le permiten crecer en las situaciones más adversas.
Por J. Ramón Gómez
En estas fechas aún estivales muchos optamos por escapar de las ciudades y acercarnos a la costa en busca de algún lugar tranquilo. Lo extraño del caso es que huimos de la muchedumbre para volver a encontrarnos con lugares más o menos saturados de gente. A veces, incluso, con los mismos personajes que nos topamos a diario. Curiosa especie la nuestra. Sea como fuere, el cambio de aires nos concede la oportunidad de descubrir algunas hierbas comunes que están ligadas a la cercanía del mar, plantas que abundan en los márgenes de las playas. Un lugar excelente para observar algunas de las hierbas más hermosas y a la vez resistentes de la flora ibérica son las dunas costeras.
Sin embargo, estas valiosas zonas de transición entre el mar y la tierra son espacios muy frágiles a la presión humana. Por lo tanto, hemos de respetar los caminos cuando las visitemos y nunca recolectar las plantas que allí se encuentran, pues la mayor parte son especies amenazadas y legalmente protegidas. Recordemos el alto valor paisajístico, ambiental y, por supuesto, botánico que tienen estos ecosistemas costeros.
Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.