Alguien tenía que decirlo y lo han hecho algunos de nuestros mejores especialistas en ecología fluvial: los dragados de ríos y las limpiezas de márgenes no son la solución a los daños producidos por las crecidas, sino que incluso los agravan. La alternativa es un uso del territorio que respete las llanuras de inundación, basado en un mejor conocimiento de la dinámica fluvial.
Por Pedro Brufao y otros autores
En febrero y marzo de 2015 se produjeron en la cuenca del Ebro una serie de episodios de inundación que dispararon las demandas para que, a la mayor brevedad, se ejecutasen dragados en toda la cuenca. De forma más tímida, estas peticiones se han vuelto a repetir este año, después de algunos pequeños episodios invernales.
Que los dragados y las llamadas limpiezas de la vegetación en las márgenes fluviales sean prácticamente la única respuesta dada por la Administración hidráulica, desde hace años y en todas las cuencas ante los daños causados por las inundaciones, ha llevado a grupos de científicos y juristas a cuestionarse estas actuaciones.
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