La primera pareja de ardilla moruna llegó a la isla de Fuerteventura en 1965. Dos ejemplares, un macho y una hembra, que un vecino de Gran Tarajal trasladó desde Sidi Ifni cuando todavía era una plaza bajo soberanía española. A día de hoy, quizá haya más de un millón de estas ardillas terrestres repartidas por distintos barrancos de la isla majorera. El hecho de que se hayan convertido en un atractivo turístico hace aún más difícil su control y erradicación.
Por Sergi Conde
La ardilla moruna (Atlantoxerus getulus) es una especie ampliamente extendida por Marruecos y el noroeste de Argelia. Llegó hace medio siglo a la isla de Fuerteventura y lo hizo para quedarse. Diversas fuentes apuntan a que en el año 1965 un vecino de Gran Tarajal trajo en un barco una pareja de estos roedores que habría adquirido como mascotas en Sidi Ifni, un territorio que por aquel entonces aún estaba bajo soberanía española. Una de ellas escapó y la otra fue liberada. A partir de aquel incidente se formó una pequeña colonia en la zona conocida como Barranco del Aceituno. Las ardillas se convirtieron en una atracción para los vecinos de la zona, que acudían a dicho paraje para alimentarlas.
Desde entonces su número ha crecido exponencialmente. En 1982, el Ministerio de Medio Ambiente cifraba su población en unas 200.000 ardillas y actualmente todo apunta a que superan sobradamente el millón de individuos. Pese a que es en Fuerteventura donde esta ardilla se ha instalado permanentemente, entre 1996 y 1998 se capturaron 15 ejemplares en la isla de Gran Canaria, fruto de liberaciones accidentales e introducciones voluntarias, aunque sin que llegaran a establecer poblaciones silvestres estables. También se capturaron 3 individuos en Lanzarote en 2006 y en marzo de 2014 fue avistado un único ejemplar en la isla de La Palma.
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