Opinión

La trashumancia que nos queda

El pastor más veterano prepara la comida mientras el rebaño descansa vigilado por uno de los mastines (foto: Vicente Jurado).

Tribuna

Viernes 30 de diciembre de 2016

Por Vicente Jurado

Pongamos el foco en los pastores trashumantes de la provincia de Jaén y acompañémosles en su ancestral travesía por caminos y veredas. Buen momento sin duda para recordar la influencia mutua de siglos entre ganadería extensiva y naturaleza mediterránea, en la que aún nos reconocemos.



A principios del pasado mes de diciembre pude participar en una de las rutas de trashumancia todavía existentes en la península Ibérica, en concreto en tierras de la provincia de Jaén. Durante nueve días y llevados por el buen hacer de quince ganaderos trashumantes, nueve mil ovejas segureñas, decenas de cabras y varios perros guardianes, incluidos mastines, nos desplazamos recorriendo los caminos y veredas que surcan el bello paisaje de la Sierra de Segura, Cazorla y la Villas en Santiago de la Espada buscando los pastos otoñales de la Sierra Morena de Jaén. En total, unos 160 kilómetros atravesando dehesas arboladas y arroyos rebosantes esos días de agua. A principios de junio y bajo un sol de justicia, otras dos mil ovejas merinas habían hecho una trashumancia corta (trasterminancia) en la provincia de Córdoba para aprovechar las rastrojeras de cereal de la campiña del valle del Guadalquivir.

Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.


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