Aquí no vamos a hablar de grandes vertebrados ni de especies bandera. El objetivo es destacar la importancia de la fauna menuda que habita en un paraje cercano a la ciudad de Palencia, donde algunos protagonistas alcanzan el límite de su área de distribución natural. Nada espectacular, pero todo muy importante para eso que hemos dado en llamar biodiversidad.
Por Ángel Hernández
Muy cerca de la ciudad de Palencia se encuentra Monte el Viejo, una preciosa mancha de encinas y quejigos de 1.500 hectáreas de extensión situada en el extremo norte de los Montes Torozos, entre las comarcas de Tierra de Campos y El Cerrato, en el piso bioclimático supramediterráneo. En el siglo XII fue vendido a la ciudad por el rey Alfonso VIII y comenzó un largo litigio entre las autoridades municipales y el cabildo catedralicio, no ya por su propiedad, sino también por los beneficios derivados de la leña y el carboneo, los pastos y las canteras. El problema se resolvió a finales del siglo XIX a favor del Ayuntamiento. Hoy es Monte de Utilidad Pública y, como Zona Natural de Esparcimiento, forma parte de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León. Recibe desde hace años varios tratamientos selvícolas, aunque conserva una estructura forestal de alta naturalidad (1).
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