Tras más de tres décadas de ausencia, la nutria ha regresado a los ríos Guadarrama y Manzanares, que hasta hace poco eran la alcantarilla de la mayor aglomeración urbana del país. Un nuevo ejemplo de que la naturaleza puede ser agradecida incluso en entornos muy humanizados.
Por Carlos Sunyer
A mediados de los años sesenta la nutria todavía era una especie bien extendida en la cuenca media del Tajo (1). Apenas una década más tarde la situación parecía haber cambiado y se dieron los primeros avisos de que estaba desapareciendo en gran parte de España (2, 3), lo que coincidía con la tendencia que también seguía en otros países europeos. Con el fin de conocer mejor la situación de la especie y establecer las bases para su conservación, en 1984 se organizó un muestreo nacional de nutria que permitió conocer en detalle, por primera vez, su distribución en todo el país (4) y que se ha repetido en 1994 (5) y 2004 (6).
Tuve la suerte de participar en el primero de ellos y, desde entonces, he prestado especial atención a esta especie durante mis salidas al campo. Así que en 2010 me llamó la atención encontrar excrementos de nutria en un abrevadero situado en medio de una dehesa en El Escorial (Madrid), dentro de lo que es mi área habitual de campeo. Como ya me había ocurrido en otras ocasiones, el hallazgo me llevó a buscar también en el río Guadarrama, donde esta vez sí la encontré. Habían pasado 26 años desde que muestreé por primera vez ese lugar y ahora la nutria había regresado. El mismo año 2010 prospecté toda la cuenca del Guadarrama. En 2015 repetí el muestreo y lo amplié a la cuenca del Manzanares, los dos únicos ríos de la Comunidad de Madrid donde la nutria faltaba, al menos, desde 1984.
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