La fragilidad de las poblaciones reducidas
Miércoles 22 de octubre de 2014
Intuitivamente se diría que una población pequeña corre mayores riesgos de desaparecer que otra más numerosa. Sin embargo, estos temores no parecen cumplirse en el caso de las especies invasoras, que suelen iniciar la colonización de su nuevo hábitat a partir de muy pocos ejemplares. Proceso que, por cierto, siguió nuestra propia especie desde su cuna africana. ¿Cuál es la clave?
Las poblaciones de ciertos animales silvestres pueden llegar a ser enormes. En la mente de todos los naturalistas están, sin duda, las grandes manadas de herbívoros de la sabana africana o las interminables colonias de aves marinas de las islas Británicas. Sin embargo, en la naturaleza es más habitual encontrarse con poblaciones pequeñas.
Básicamente hay tres tipos de poblaciones pequeñas. En primer lugar, las que siempre han sido pequeñas debido a las limitaciones ecológicas. Por ejemplo, las confinadas a zonas geográficamente aisladas y libres de depredadores, las que se han especializado en explotar un recurso escaso o las que cuentan con una baja capacidad de dispersión. En segundo lugar se encuentran las que provienen de poblaciones grandes venidas a menos. Y, por último, aquellas que son propágulos de poblaciones grandes que están empezando a medrar en sitios recientemente colonizados. En este último caso se encuentran las especies invasoras, pero no sólo ellas.
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