Miércoles 22 de octubre de 2014
A la redacción de Quercus han llegado dos informes recién publicados que invitan a la reflexión. Uno nos lo manda WWF/Adena y se centra en el impacto de los grandes incendios forestales, los que superan las quinientas hectáreas. Más de la mitad de la superficie calcinada en España se debe a estos fuegos catastróficos, que representan tan sólo el 0’5% de todos los siniestros registrados anualmente en nuestro país. El segundo informe procede de Greenpeace y hace balance de la situación actual del litoral. En realidad es una revisión de un documento que, año tras año, al principio de cada verano, esta organización ecologista da a conocer para documentar la imparable destrucción a la que están sometidos los ocho mil kilómetros de la costa española. Las conclusiones de ambos trabajos son cuando menos inquietantes.
La notable mejora en los medios de extinción de incendios forestales durante los últimos años no ha resuelto ni mucho menos el problema. El informe de WWF/Adena hace hincapié en una serie de factores básicos que a menudo no se tienen en cuenta, como la mayor combustibilidad de los montes debido al abandono de las economías tradicionales del medio rural. También recuerda que el origen de casi la mitad de los grandes incendios es intencionado, lo que refleja conflictos socioeconómicos no resueltos.
Las cifras de Greenpeace hablan por sí mismas. Desde la publicación del informe de 2005, se han construido en nuestras costas un millón y medio de viviendas, trescientos campos de golf y más de cien puertos deportivos (nuevos o ampliados). Mientras, ha sido objeto de investigación o sentencia condenatoria un centenar de casos de corrupción e ilegalidad urbanísticas.
Es evidente que estos dos documentos son todo un alegato a la necesidad de profundos cambios en las políticas forestal y litoral con vistas a un objetivo de sostenibilidad. Pero también es de justicia señalar lo indicativos que pueden ser del rigor y la seriedad con la que los grupos ecologistas abordan hoy en día su trabajo de análisis y difusión de problemas ambientales de tanta envergadura como los incendios y la destrucción de las costas. Dos asuntos que precisamente por estas fechas suelen bascular demasiadas veces entre la frivolidad mediática y la demagogia de los políticos.
El trabajo de WWF/Adena sobre grandes incendios es la tercera entrega de una ambiciosa serie que se inició en 2004 con una puesta al día del impacto ambiental del fuego y tuvo su continuidad en 2005 con una investigación sobre las causas que subyacen tras los cientos de miles de hectáreas calcinadas. El informe de costas de Greenpeace de 2006, de más de doscientas páginas, se basa en una impresionante recopilación de casos y datos por cada comunidad autónoma.
Estos documentos son fruto de una trayectoria de muchos años de trabajo de las ONG que los han publicado, gracias en gran medida al apoyo de su base de socios. Quizás el movimiento ecologista no goce de la frescura y espontaneidad de años atrás, pero las organizaciones que han sobrevivido al paso del tiempo, si nos guiamos por la referencia de WWF/Adena y Greenpeace, gozan de una madurez envidiable.
A todas ellas debemos en buena parte algunos de los más recientes éxitos en los dos campos de los que estamos hablando, como por ejemplo una reforma de la Ley de Montes que prohíbe cambios de uso en suelos incendiados durante treinta años o el derribo de un gran hotel ya casi construido en El Algarrobico, una playa virgen del Parque Natural del Cabo de Gata (Almería). Nos felicitamos por ello y animamos a nuestros lectores a apoyar en la medida de sus posibilidades el excelente trabajo de los ecologistas españoles del siglo XXI.