La red de ferrocarriles de alta velocidad española es la segunda mayor del mundo, con unos tres mil construidos y la previsión de llegar hasta los diez mil en un futuro. Estos datos contrastan con el gran desconocimiento que se tiene de los impactos que este tipo de infraestructura viaria tiene sobre la fauna salvaje. ¿Cómo identificarlos, estudiarlos y reducirlos?
Por Rafael Barrientos y otros autores
Lo que hasta hoy conocemos de los impactos que tienen las distintas infraestructuras de transporte sobre la fauna salvaje se basa principalmente en lo que los especialistas denominan la ecología de carreteras (1). No obstante, el tren, a pesar de la similitud de sus efectos sobre especies y hábitats con las carreteras, tiene sus particularidades, lo que justifica que los diferentes impactos de los corredores ferroviarios se estudien bajo una disciplina propia (2, 3).
Aunque relacionados entre sí, identificamos cinco grandes tipos de impactos asociados al tren, siendo la mortalidad el más frecuentemente registrado, normalmente debido a atropellos (3). Pero también puede ser por electrocución o colisión con los cables en corredores electrificados o con estructuras como los puentes (2, 4).
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