Por José María Ayala y otros autores
Las restauraciones de edificios históricos pueden ser una losa para las colonias de cernícalo primilla, posiblemente la rapaz más vinculada a nuestros hábitats urbanos. Esta amenaza ha sido comprobada gracias al seguimiento desde los años setenta de los núcleos reproductores de esta especie en Córdoba. Las lecciones aprendidas pueden ayudar a armonizar patrimonio histórico y vida silvestre en pueblos y ciudades.
El tamaño estimado de la colonia de cernícalo primilla de la ciudad de Córdoba ha experimentado importantes vaivenes desde 1970 (Cuadro 1). La heterogeneidad de las estimas para el periodo 1970-2008 puede deberse en parte a que los censos fueron realizados por distintos equipos de trabajo y con diferentes esfuerzos de muestreo, mientras que desde 2009 estos conteos han venido realizándose de forma sistemática.
En conjunto, el número de parejas nidificantes ha sufrido un declive superior al 45% desde su máximo histórico a finales de los años noventa. Entre 1970 y 2017 han existido diez núcleos reproductores, mayoritariamente en el centro histórico de la ciudad (Cuadro 2), ubicados en edificios la mayoría de ellos declarados Bienes de Interés Cultural (BIC), de los que solamente uno ha llegado a rondar las veinte parejas (1). Aunque con dinámicas independientes, estos núcleos están conectados por ejemplares que dejan uno para establecerse en otro, como prueban los datos de identificaciones de individuos marcados con anillas de PVC. Los tamaños máximos que han alcanzado estos núcleos reproductores varían entre 4 y 19 parejas, destacando los de la Biblioteca
Provincial y Orive sobre el resto.
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