Seguir el rastro de las focas que se conservan en nuestros institutos de enseñanza secundaria es una forma de profundizar en el conocimiento de la fauna del pasado. Estos centros públicos atesoran notables colecciones de historia natural, con piezas tanto procedentes de su propio entorno como adquiridas en el extranjero.
Por Juan Jiménez
En el número 338 de Quercus, publicado a abril de 2014, contaba mis indagaciones sobre la foca monje del Mediterráneo (Monachus monachus) a partir de referencias a “lobos marinos” aparecidas en la prensa entre el siglo XIX y 1936 (1). De forma resumida, concluía que la especie era ya muy rara en buena parte de nuestras costas a mediados del XIX y que la mayoría de los ejemplares habían sido matados. Introducía además alguna duda sobre la especie en cuestión, ya que contados ejemplares fueron examinados por expertos. Averiguar qué especies de focas se mataron en España por aquel entonces parece una tarea ímproba, habida cuenta de los poquísimos ejemplares que fueron examinados por naturalistas. Resulta incluso difícil a partir de los que todavía se conservan en museos. Esto último me llamó la atención, ya que en la prensa histórica se hablaba de ejemplares que fueron enviados a Madrid, Barcelona o Zaragoza para su exhibición y que podrían haber acabado en los gabinetes de historia natural que tan en boga estaban entonces. Así que me propuse buscar aquellos ejemplares perdidos.
Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.