En la primera página del Observatorio publicamos una nota breve sobre lobos que capturan corzos enfermos. Las larvas de un díptero parásito, Cephenemyia stimulator, se alojan en el hocico de los corzos y hacen que resulten más vulnerables a los depredadores. El “gusano de la nariz”, como se conoce vulgarmente este trastorno, también incrementa la tasa de mortalidad natural de sus hospedadores. Con presas fáciles y abundante carroña, el resultado no es difícil de imaginar: los lobos apenas atacan al ganado y la conflictividad social es casi nula en aquella zona suroccidental de Asturias. El lobo se percibe allí en términos positivos, como un agente sanitario.
No es un hecho aislado. La presencia de lobos también podría reducir la alta incidencia que tiene la tuberculosis en las zonas ganaderas de Sierra Morena, tanto en ungulados silvestres como en animales domésticos. “Los lobos se centran en las presas que pueden cazar con menor esfuerzo, como los individuos débiles o enfermos, lo que permite reducir la transmisión de enfermedades y reportar un beneficio a la economía del sector agropecuario.” Esta es una de las principales conclusiones del informe Aspectos esenciales del lobo y su gestión, escrito por Juan Carlos Blanco, reconocido experto en la especie, por encargo del proyecto LIFE El lobo en Andalucía: cambiando de actitudes. Una publicación, por cierto, de libre acceso y que puede descargarse en formato PDF desde su página web: www.lifelobo.es (Fondo Documental / Materiales). En el mismo sitio puede obtenerse también otro interesante documento elaborado por Juan Carlos Blanco sobre Buenas prácticas de gestión en zonas loberas.
Según datos del Programa de Vigilancia Epidemiológica de la Fauna Silvestre en Andalucía, recogidos por Juan Carlos Blanco en el primero de sus informes, el porcentaje de muestras positivas de tuberculosis en fincas de Córdoba y Jaén es del 15’5% entre los cérvidos y del 57’8% entre los jabalíes, mientras que la proporción de animales positivos a salmonelosis y herpesvirus porcino es, respectivamente, del 81’8 y del 38%. Por el contrario, en Galicia y Asturias, donde hay nutridas poblaciones de lobos y densidades mucho más bajas de ungulados silvestres, la prevalencia de la tuberculosis en los jabalíes fue tan sólo del 2’6%. Parece demostrado el significativo papel de policía sanitaria que ejerce el lobo. Algo que tampoco debería sorprendernos, pues lleva siguiendo esa misma estrategia desde tiempos remotos. Lo importante en nuestro caso es poner de relieve las facetas positivas del lobo como aliado de la sociedad rural y no únicamente como un azote de las explotaciones ganaderas. Un beneficio tangible e incluso cuantificable en euros contantes y sonantes. Al que tendríamos que sumar los réditos del turismo lobero, una actividad en auge.
Por eso lanzamos en Quercus la campaña #QueremosLobosVivos, pues nos parece más inteligente tenerlo como aliado, como garantía de un entorno saludable, que como dudoso trofeo de caza o chivo expiatorio de las frustraciones de algunos ganaderos. Es más, gestionar el lobo a tiros, como se pretende, tiene efectos indeseables, ya que los grupos familiares pierden su rígida estructura jerárquica y es más fácil que aparezcan individuos desorientados que busquen en el ganado una fuente sencilla de alimento, sobre todo si no se han adoptado las indispensables medidas de precaución para prevenir este tipo de asaltos. Aceptamos que, a pesar de todo, algún ganadero salga perjudicado en sus intereses, pero allí estaremos todos los contribuyentes para resarcirle de la pérdida con la mayor celeridad y generosidad posible.