El pasado 26 de enero se celebró el Día Internacional de la Educación Ambiental. La ocasión invita a reflexionar sobre el verdadero sentido de formar y sensibilizar a la sociedad ante los grandes retos ambientales de nuestro tiempo, superando paradigmas anticuados, estereotipados o claramente insuficientes.
Por Federico Velázquez de Castro
La preocupación ambiental se ha introducido ya en todas las agendas y, paralelamente, se ha tomado conciencia de la importancia de que la educación ambiental llegue a todos los sectores sociales. Sin embargo, no está resultando fácil aceptar los compromisos que el medio ambiente hoy demanda: la educación ambiental se ha dirigido especialmente a los niños y las actividades han girado sobre el conocimiento del medio, visitas a granjas y excursiones. Sin duda son iniciativas necesarias, pero no suficientes.
La educación ambiental debe llegar a los adultos igual o más que a los niños, porque los primeros son los responsables, por acción u omisión, de los daños ambientales y porque los segundos aprenden de sus comportamientos y mensajes. Entendemos que el sistema prefiere dirigir los programas a los niños, cuyo contexto parece más aséptico e inofensivo, pero no basta. Tanto niños como adultos deben ser sujetos educativos, pues de poco valdría una escuela ideal en una sociedad hostil o indiferente.
Autor: Federico Velázquez de Castro (fvcg@congresoeducacionambiental.com ) es presidente de la Asociación Española de Educación Ambiental, fundada en 1995 y formada por particulares, asociaciones, empresas e instituciones que trabajan desde la interdisciplinaridad en el campo de la educación ambiental. Más información, en http://ae-ea.es/
Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.
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