Pensemos en los ingentes vertidos de sedimentos procedentes de los dragados que se hacen en la desembocadura del Guadalquivir para mantener el río en las mejores condiciones para la navegación. Todo este material acaba en los llamados vaciaderos, que pueden llegar a ser un interesante hábitat de aves acuáticas.
Por Javier Manzano, Javier Balbontín y Miguel Ferrer
Muchos ecosistemas costeros y estuarinos de todo el mundo se han visto afectados por multitud de actividades antrópicas, como el dragado de los accesos a puertos marítimos y fluviales (1). Estas operaciones producen millones de metros cúbicos de sedimentos que son vertidos directamente al mar, utilizados para la regeneración de costas y la creación de islas artificiales o vertidos y confinados en recintos diseñados para tal fin conocidos como “vaciaderos terrestres”.
En nuestro país, la Autoridad Portuaria de Sevilla realiza anual o bianualmente dragados de mantenimiento en el estuario del Guadalquivir - dentro del programa de optimización de la navegación- con el objetivo de mantener las cotas de las rasantes actuales. Estas campañas tienen lugar entre agosto y febrero e incluyen tanto el dragado per se de determinados tramos del río como el posterior vertido del material dragado en vaciaderos marinos y terrestres.
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