Más de medio centenar de especies de aves han sido censadas en el Manzanares a su paso por Madrid capital desde que en 2016 se pusiera en marcha el plan de renaturalización de este tramo fluvial de tipología urbana. Su avifauna confirma que la vida ha vuelto al río, para mayor gozo y beneficio de los madrileños.
Por Rafael Ruiz
El Manzanares es un río humilde, de escaso caudal. De ahí que Quevedo lo bautizara como “arroyo aprendiz de río” o que un embajador alemán lo calificara en el siglo XVIII como “el mejor río del mundo”, por ser el único “navegable a caballo”. Pero, como todo río, el Manzanares juega un papel imprescindible para la vida y su curso es un corredor ecológico vital para la conservación de la biodiversidad en su entorno.
En efecto, en la primera mitad del siglo XX, el Manzanares a su paso por Madrid era un río de aguas someras, flanqueado por huertos y vegetación de ribera, que ejercía una importante función ecológica como conector y pasillo verde para la flora y fauna entre espacios naturales de alto interés. Pero en los años cincuenta alguien soñó con transformarlo en un gran río centroeuropeo.
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