Especies

La grulla deja sus zonas de invernada cada año antes

Ejemplar de grulla común. Foto: Carlos Palacín.
Jueves 21 de mayo de 2020

El cambio climático también afecta al patrón migratorio de la grulla común. Un estudio realizado por varios investigadores ha demostrado que cada año, estas aves abandonan antes las zonas de invernada de la Península Ibérica, como la Laguna de Gallocanta (Aragón), una de los lugares de paso más importantes de Europa.



Factores relacionados con el cambio climático, como el aumento de la temperatura y la escasez de agua, está afectando al patrón migratorio de la grulla común (Grus grus), que cada año abandona antes las zonas de invernada. Esta es la conclusión principal de un estudio publicado en la revista Avian Conservation and Ecology en el que participan investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), el Instituto Geológico y Minero de España y la Universidad Pública de Navarra.

Las grullas comunes son grandes aves migratorias de larga distancia que habitan la región ecológica Paleártica. Pasan la primavera, el verano y el principio del otoño en el norte de Europa y Asia, donde crían, y el final del otoño y el invierno, cada vez durante menos tiempo, en el sur de esta región, es decir, en la península ibérica, África y sur de Asia. Los autores del estudio han analizado las fechas de paso de las grullas en los últimos 50 años por la Laguna de Gallocanta (Aragón), una de las zonas de paso migratorio e invernada más importantes de Europa.

Los resultados muestran que el aumento de temperaturas y la reducción de la extensión de zonas encharcadas han favorecido que las grullas abandonen antes las zonas de invernada, a razón de un día cada tres años. “Desde que tenemos datos, las grullas han anticipado el abandono de su área de invernada más de dos semanas”, apunta el investigador del MNCN Luis M. Bautista. “Este adelanto coincide con el progresivo aumento de la temperatura y la reducción de las zonas encharcadas que las grullas utilizan para pernoctar a salvo de depredadores” continua Bautista. La disminución del agua libre también ha afectado a los escasos arroyos y canales que proporcionaban a las grullas el agua dulce necesaria para beber durante su parada en el entorno de la laguna de Gallocanta, cuyas aguas son salobres.

“El aumento en los índices de desertificación en el sur de Europa que prevén los modelos climáticos supone un riesgo serio que provocará una alteración del hábitat de invernada de esta y otras aves”, alerta el investigador del Instituto Geológico y Minero, José María Orellana. “Más allá de cómo afecta a las especies en sus rutinas migratorias, es previsible que esta alteración ocasione un desequilibrio en los ecosistemas que ocupan las grullas u otras aves migratorias”, concluye Orellana.


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