Por Aitor Galarza
A partir del siglo XVI, la intensa explotación forestal en la vertiente atlántica del País Vasco, indispensable para el desarrollo de los sectores económicos pujantes del momento, sobre todo el naval y el metalúrgico, propició una importante disminución y fragmentación de los bosques, al tiempo que se introdujeron innovaciones técnicas y nuevos cultivos agrícolas. Una de las consecuencias de este proceso fue el declive, la retracción o incluso la extinción local de las aves forestales más sensibles. La intensa reforestación posterior, sobre todo desde mediados del siglo XX, alteró de nuevo drásticamente el paisaje, al incrementar de forma extraordinaria la superficie arbolada, lo que favoreció la recolonización de algunos elementos de aquella avifauna forestal. Sin embargo, el potencial efecto restaurador estuvo siempre muy limitado por la propia dinámica de los cultivos forestales implantados, que ha dificultado una configuración estable del arbolado añoso, así como el asentamiento de las especies características de los estadios maduros. No hemos de olvidar que la inmensa mayoría de las plantaciones forestales de la vertiente atlántica del País Vasco nunca han tenido un objetivo restaurador, sino que han estado enfocadas únicamente a la producción de madera, generalmente mediante un manejo silvícola intensivo que incluye la corta a hecho en pocos años. Más o menos cuando empezaba a afianzarse la comunidad de aves forestales.
AUTOR
Aitor Galarza Ibarrondo es doctor en Biología y trabaja como agente forestal en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai (Bizkaia).