Por Airam Rodríguez, Beneharo Rodríguez, Ángel J. Curbelo y Yarci Acosta
La alteración de los niveles de luz natural en el medio ambiente ha provocado la pérdida de paisajes nocturnos en todo el mundo. La contaminación lumínica está muy extendida y va en aumento, siendo también una gran amenaza para la conservación de la biodiversidad.
La mayoría de los seres vivos ha evolucionado bajo un ciclo predecible de luz y oscuridad (día y noche). Los cambios de los niveles de luz son una importante señal usada por los individuos para iniciar procesos biológicos como, por ejemplo, la floración, la migración o la reproducción. La disrupción de la luz artificial afecta a todos los niveles de organización de los seres vivos –genes, individuos, poblaciones y ecosistemas– a través de efectos en cascada. Una de sus principales consecuencias son los deslumbramientos que afectan a varios grupos de animales (1), entre los que se encuentran las tortugas marinas, los insectos, los paseriformes migratorios y las aves marinas.
AUTORES
Airam Rodríguez Martín es doctor en Biología y estudia el efecto de la contaminación lumínica y por plásticos en las aves marinas. Además, tiene un especial interés en las rapaces canarias.
Beneharo Rodríguez Martín es licenciado en Biología y miembro fundador del Grupo de Ornitología e Historia Natural de las islas Canarias (GOHNIC). Está especializado en ecología y conservación de las aves de Canarias, en particular las marinas y las rapaces.
Ángel Javier Curbelo Rodríguez, naturalista, es presidente de la Asociación Tinerfeña de la Naturaleza (ATINA), que durante las últimas décadas ha rescatado las pardelas desorientadas en el valle de Güímar (sureste de Tenerife).
Yarci Acosta Santana es licenciado en Ciencias Ambientales y delegado territorial de SEO/BirdLife en Canarias. Ha sido el coordinador del proyecto LuMinAves, desarrollado desde 2017 hasta 2020.