Por Frederic Ferrando
Hay un refrán que dice “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Se puede decir que esto es un poco lo que pasa con las rapaces nocturnas: pasan a menudo tan desapercibidas que sus problemas de conservación no concentran tanta atención pública como por ejemplo los buitres o las águilas.
Es algo a lo que ni siquiera es ajena la lechuza común (Tyto alba), a pesar de lo estrechamente ligada que está a los humanos en cuanto a sus hábitats de cría y caza.
Suele habitar en construcciones en desuso y su dieta, formada por pequeños roedores, la lleva a cazar en espacios abiertos. Las medianas y arcenes de las carreteras son ideales para ella.
AUTOR
Frederic Ferrando (fredericferrando@outlook.es) es naturalista y fotógrafo de naturaleza. Ha estado durante 2021 estudiando las lechuzas y las iniciativas tomadas para ayudar a la especie a prosperar en ámbito estatal e internacional.